(…)
Rocío Silva describe de la
mejor forma a Flores Galindo:
Alberto Flores Galindo (1949-1990) murió demasiado
temprano: a comienzos de una década que para el Perú fue infame, apenas iniciados
sus cuarenta años. Paradójicamente, de un cáncer al cerebro, precisamente ese órgano
del cuerpo que sabía utilizar de manera destacada, sobre todo, para plantearse
soluciones creativas y para tercamente “reencontrar la dimensión utópica”. ¿Por
qué Flores Galindo fue un historiador e intelectual de izquierda tan
importante? En primer lugar: porque era un investigador muy solvente, preciso,
y sobre todo, creativo que supo mirar más allá de los documentos, ser
ambicioso, y mantener sus investigaciones aunque parecieran desmesuradas. En segundo
lugar: porque asumió, junto con otros de su generación, la necesidad de un compromiso
político-pleno e, incluso, con errores y arrepentimientos, una militancia
activa.
(…)
Flores Galindo nos deja un escrito, una utopía, una
propuesta que estaba centrado en la vuelta de la sociedad incaica y el regreso
del Inca, en “BUSCANDO UN INCA”.