miércoles, 28 de enero de 2009

La universidad latinoamericana, la formación de los futuros profesionales y las competencias de los docentes

RICARDO IBÁÑEZ ROBERT

Universidad Tecnológica Privada de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia

Introducción
La universidad de principios del siglo XXI es diferente, por el entorno, a la de hace 10, 20 o 30 años. Sin embargo su función sigue siendo la misma de siempre: transformar a las personas. La sociedad del presente milenio espera que las casas de altos estudios formen a los profesionales con las habilidades y competencias necesarias para un desempeño eficiente en el mundo actual y por venir.
En América Latina es imprescindible profundizar en estos temas en tanto la cantidad de estudiantes que acceden a las universidades llegará en 2011 a la cifra de 25 millones de personas, según datos del IESALC. Como afirma el Doctor Claudio Rama( Rama, 2006), Director de esa institución continental, esta perspectiva ejerce una presión sobre la educación superior pública y privada en términos de nuevas carreras, de cambios en los sistemas académicos y de actualidad en los contenidos de aprendizaje.
Pero el proceso de formación, en sí mismo, está lleno de numerosas contradicciones. La solución no es una tarea fácil de enfrentar. Aún la universidad latinoamericana contemporánea mantiene viejos métodos de enseñanza, y los contenidos de aprendizajes no se actualizan tan rápido como el universo empresaria, la producción material y la prestación de servicios. Por otro lado no es menos cierto que en determinados contextos su financiamiento no ha facilitado el acceso a personas talentosas cuyos recursos no dan para cubrir los estudios universitarios, especialmente los de carácter privado tanto de formación básica como de postgrado.
Adicionalmente no todo los sistemas académicos suelen estar en función de la formación estudiantil, más bien responden a otras variables no direccionadas a la capacitación y transformación del ser humano. Se trata de un problema real a investigar y resolver desde un enfoque sistémico que ayude a comprender la adaptabilidad de la universidad a nuestros días y definir con claridad cuáles son las competencias generales y específicas que ha de caracterizar al profesional formado por los sistemas
Las competencias de los profesionales latinoamericanos en el siglo XXI
Definir las capacidades profesionales es una tarea de rigor para los diseños curriculares universitarios. Se trata de un asunto peliagudo y a veces confuso. Una mirada al Proyecto Tunning (Tunning, 2007) devuelve información de la complejidad inherente al proceso en sí mismo. En cualquier caso, de manera general es pertinente indicar algunas de las competencias genéricas propias de cualquier profesional.
Aprender por cuenta propia a través de los medios disponibles, interactuar sinérgicamente con otras personas desde una ética humanista con el fin de resolver eficientemente los problemas y desafíos que nos presenta la existencia humana.
Manejar las herramientas ofrecidas por la creciente presencia de las tecnologías de la información y la comunicación, preservar el entorno a través de la implementación de proyectos de desarrollo sin perjuicio del medio ambiente.
Así mismo es preciso entender al "otro" con humildad, perseverar en la trasformación edificante de las personas respetando las identidades e individualidades, son algunas de las competencias genéricas de los profesionales del Tercer Milenio que recién se ha estrenado.
Y comprender esta perspectiva parece ser de suma importancia para la Universidad latinoamericana contemporánea, toda vez que se están gestando procesos de transformaciones sociales variados en cuanto a su naturaleza y direcciones de orden político con influencia en los estilos de formación en las personas que ingresan a la educación superior.
En cualquier caso hay que reafirmar a la universidad como el sitio idóneo por excelencia para el
desarrollo de las mentes y el carácter de los futuros profesionales latinoamericanos. La comunidad universitaria tiene todas las condiciones para ofrecer un espacio donde sus miembros descubran, investiguen y se entreguen a la exploración de cómo hacer realidad una vida plena, integral y productiva para toda la sociedad.
Sistemas académicos, currículo y competencias profesionales de los docentes universitarios
La complejidad de la profesión docente se profundiza en la época actual. Los saberes acumulados a lo largo de la historia de la humanidad parecen desbordarse con el cúmulo de información, avances tecnológicos y descubrimientos producidos en la sociedad moderna. Esta realidad impone una mirada crítica a los modelos educativos heredados de siglos anteriores.
No se trata de derribar la escuela formal. Hacerlo sería perjudicial para la sociedad y además no es necesario. Todo parece indicar la imperiosidad de incorporar modelos sistémicos y flexibles que se adapten a los cambios sociales y tecnológicos en el contexto de cada lugar.
La educación superior latinoamericana debería estar a la vanguardia de estas transformaciones en tanto sus procesos académicos, científicos y de extensión significan un escenario ideal para el desarrollo de los cambios que urgen a la luz de la formación de los profesionales.
Aquí cabe señalar la importancia de elaborar currículos de formación basado en las competencias genéricas y específicas de los profesionales, la adecuación de los sistemas académicos a las realidades contemporáneas, la integración de la labor científica con el quehacer académico y en consecuencia la proposición de los valores humanos y éticos en los profesionales que se forman dentro de la comunidad universitaria.
América Latina es poseedora de una rica historia y cultura diversa. Cabe a la universidad ser depositaria, promotora e investigadora de lo más autóctono de la cultura regional sin descuido de la asimilación e integración del universo mundial. La comunidad universitaria ha de asumir sistémicamente el proceso de globalización para incorporarlo a las tareas académicas, científicas y de extensión en la universidad.
Naturalmente se trata de un proceso complejo y desafiante considerando que la obra de formación descansa esencialmente en los docentes universitarios, individuos que viven en estos tiempos y que han de enfrentar el reto de acercarse al perfil del maestro contemporáneo.
Entonces, ¿cuáles parecen ser las competencias propias del docente universitario latinoamericano de estos tiempos?
En primer lugar, los académicos deben tener la capacidad de enseñar a aprender. Hay que combinar lo mejor de la herencia pedagógica legada desde siglos de experiencia docente con los nuevos enfoques de aprendizaje basado en formación desde el autodescubrimiento, la búsqueda y la posición crítica frente al material de aprendizaje.
Se trata de un proceso de acopio creativo de lo novedoso en el ámbito educativo universitario para colocarlo en los contextos de formación profesional considerando las necesidades educativa de los discentes contemporáneos. Se trata pues de hacer comprender el hecho satisfactorio de aprender por sí mismo y en consecuencia ejercitarse en la solución de problemas de la profesión y de la vida.
Al catedrático de hoy en día le corresponde tener una capacidad amplia de entender al estudiante en su complejidad. Los discentes no son “una tabla lisa en la cual se pueden escribir los más hermosos signos” (Afanasiev, 1978) como afirmaba un conocido estadista asiático en referencia al pueblo que gobernaba.
Por el contrario, los alumnos son poseedores de un bagaje vivencial útil para ser enriquecido dentro de los procesos que se dan en la comunidad universitaria. Y reconocerlo es una habilidad necesaria para encaminar los aprendizajes desde los conocimientos de los alumnos.
Corresponde al profesor universitario tener la capacidad de identificar las diferencias entre los discentes para potenciar las aptitudes personales. La masa estudiantil que asiste a las aulas no es, ni con mucho, una multitud homogénea, monocromática y uniforme. Cada estudiante es una persona con individualidad que precisa ser potenciada. Los docentes han de ser diestros en el uso de metodologías y estrategias que faciliten descubrir los talentos ocultos en los discentes y crear oportunidades “desde afuera” para incentivar los procesos internos de motivación hacia el aprendizaje y el crecimiento personal.
Los cambios tecnológicos representan un desafío para los profesores universitarios contemporáneos.
Los estudiantes de la era digital tienen expectativas con los contenidos y las formas de enseñanza, las cuales a veces parecen estar fuera de los contextos ya muy familiares a los alumnos. Se trata de un elemento contradictorio y por ende dialéctico.
Muchos de los enseñantes han sido formados en escenarios donde lo digital era asunto casi desconocido. Es por ello que una de las competencias imprescindibles del profesor universitario de hoy día está directamente vinculada con el manejo eficientemente las tecnologías de la información y las comunicaciones. Significa un reto personal para los profesores y el camino tendrá que estar estrechamente vinculado a capacitarse multilateralmente en el manejo de estas tecnologías y probarlas en el aula como medios en el proceso de enseñanza -aprendizaje.
Pero el aula es sí misma es “per sé” un laboratorio inmenso. Los catedráticos han de comprender la impronta del trabajo científico en todas las esferas del quehacer universitario. Quizás se trata de una de las competencias más destacadas a considerar por todo maestro de la educación superior. Si algo distingue a la universidad del resto de las instituciones educativas de la sociedad lo es, precisamente, la investigación científica y la integración de sus resultados a la academia.
Conclusiones
La comunidad universitaria tiene que ser una comunidad del conocimiento. A ella acuden todos, estudiantes y profesores, a su transformación. Pero ese proceso de cambio es más mental que físico, es más del alma que de la piel. Lo más significativo de la vida universitaria radica en los aprendizajes diversos que todos experimentamos. Saber capitalizar esos conocimientos resume una competencia clave para tener una visión de la vida y del mundo que nos lleve a una mejor existencia, a un vivir pleno basado en la entrega y el disfrute del servicio a sus semejantes y a la naturaleza de la cual somos parte.
Ya lo había afirmado Peter Drucker ( Drucker, 2002) al sentenciar que las instituciones de educación superior “...no proveen bienes o servicios ni controlan actividades de la sociedad. Su producto no es un par de zapatos, ni una reglamentación efectiva, sino un ser humano cambiado. Estas organizaciones son agente del cambio humano. Su producto es un paciente curado, un niño que aprende, un muchacho o muchacha transformado en un adulto que se respeta a sí mismo, una vida humana enteramente cambiada.”
Bibliografía
AFANASIEV, Nicolaievich (1978): Comunismo científico, Moscú, Editorial MIR.
ÁLVAREZ DE ZAYAS, Carlos (2003): La universidad, su gestión y evaluación, Cochabamba, grupo editorial KUPUS.
BROWN, Sally (2003): Evaluar en la universidad. Problemas y nuevos enfoques. Madrid, Editorial NARCEA.
DRUCKER, Peter (1992): Dirección de instituciones sin fines de lucro. Buenos Aires, El Ateneo.
RAMA, Claudio (2006): La metamorfosis de la educación superior, en portal en español de Terapia Ocupacional, en:
http://www.terapiaocupacional.com/articulos/Educacion_superior_America_Latina.shtml (Consulta: diciembre 2007)
TUNNING (2007): “Proyecto Tunning América Latina”, en: http://www.tunning.unideusto.org/tunningal/Consulta: diciembre 2007).
Correo electrónico: ribarobert@utepsa.edu; liberic@yahoo.com

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