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Encontrar una narrativa
personal sobre la soberanía alimentaria, trasladar el horizonte político al
proyecto personal es un desafío mucho más grande que el conocer regímenes
agrarios, ámbitos, dinámicas y mecanismos de la política alimentaria. Asi lo
testimonia Ruth Bautista a partir de una experiencia promovida por el Instituto
para el Desarrollo Rural de Sudamérica (IPDRS).
Por Ruth Bautista Durán
IPDRS, 27 de junio, 2017.-
La propuesta que ha gestado el IPDRS y su iniciativa de Interaprendizaje, el
campo virtual por la tierra y el desarrollo rural, convocaba a construir una
mirada comparativa sobre la seguridad y soberanía alimentaria en Bolivia y
Ecuador, y su metodología anunciaba un enfoque dialogante: “partir de uno, para
encontrarse con otro y volver como ‘otra persona’”, un peculiar esfuerzo
tratándose de un programa académico virtual y con estudiantes dispersos en dos
países.
Mi expectativa por un curso
virtual en temáticas específicas como la seguridad y soberanía alimentaria fue
poder actualizar mis conocimientos, disponer de nuevas herramientas para mi
trabajo como facilitadora y dinamizadora de una iniciativa de articulación
sudamericana. Sin embargo, y por experiencia, mi expectativa también fue que el
curso no me quite demasiado tiempo y que sea puntual en sus requerimientos y
evaluación. En otros programas a los que pude acceder, las plataformas ofrecían
el típico cuestionario de evaluación basado en el planteamiento de un enunciado
y la selección múltiple con las opciones de ‘verdadero’, ‘falso’ o ‘ninguno’; y
claro, el sentido común, la lógica y muchas veces la suerte acompañan los
trajines de los estudiantes del campo virtual.
Hace varios años, en el
norte del departamento de La Paz, sur de la Amazonía boliviana, mi frustración
“académica” llegó al límite, pues viajaba haciendo un trabajo para un diplomado
virtual, todo estaba calculado para llegar al último centro poblado con
internet y entregarlo, pero ni la lógica, ni la suerte estaban de mi lado, se
cortó la electricidad. Tomé el último bote del día y crucé el río Beni para
llegar al siguiente poblado que a simple vista, sí tenía electricidad,
llegamos, busqué el café internet, ingresé, me senté y se cortó la
electricidad. Entonces, yo no tenía un teléfono inteligente, no estoy segura si
existía el WhatsApp y para mi trabajo de socialización de los principios de la
soberanía alimentaria -de acuerdo a la Vía Campesina- a las federaciones
regionales de comunidades interculturales (colonizadores) de Bolivia, pues yo
creía que no necesitaba de mayor tecnología.
Resignada a perder, el
módulo y mi inversión, continué con mi travesía. Los viajes suelen mostrarte
las dificultades de forma radical y también, la aproximación a los territorios
suelen hacer que encarnes compromisos y proyectos de vida. A lo largo del
curso, solía ser un tanto pesado escuchar el continuo tono del grupo de
WhatsApp del grupo, unos desubicados, otros preocupadísimos, decidí imaginarlos
en el trajín del viaje a campo, en la premura del compromiso y la inquietud de
conocer para transmitir.
Podría corresponder a algún
sesgo personal, pero tengo la sensación de que la mayoría de los participantes
del curso fuimos profesionales, técnicos y promotores del desarrollo, además,
personas de diversas edades, pero todas muy comprometidas con la soberanía
alimentaria. Esto me parece fundamental, mi mayor aprendizaje es que no debemos
desgastarnos en el –ya viejo- debate y diferencia entre seguridad alimentaria y
soberanía alimentaria. Hace algunos años esta constatación y correlativo
posicionamiento político me parecían fundamentales, ante las profundas transformaciones
políticas y discursivas, una ya no puede no poner en cuestión todos los
planteamientos y finalmente, la opción que desarrollamos, desde la
investigación-acción en el IPDRS, los colectivos de activistas y las alianzas
con organizaciones campesinas e indígenas, es la de encarnar y observar el
fenómeno y la estrategia inmediata, próxima y accesible. Esta es una
alternativa a la frustración que conlleva el vaciamiento de significado de
grandes planteamientos como el Vivir bien/Buen vivir, que han develado –una vez
más- la naturaleza dominante del Estado y también, nuestras propias
limitaciones para encargarnos de la gestión pública.
esta propuesta académica nos
ha recordado que las ideas innovadoras, que las estrategias y vías
alternativas, las presentan quienes en verdad apuestan en sus proyectos
rurales, los campesinos e indígenas.
El ejercicio de comparar
historias, procesos de construcción de propuestas, correlación de fuerzas
organizativas en el debate por el modelo de desarrollo, ha sido muy rico. Estas
sensaciones “nacionalistas” de que “mi país está peor que el tuyo”, “estamos igual
de mal”, “yo creía que ustedes la tenían más clara”, mostraron una frontera no
geográfica, sino más bien, señalaron el ámbito fronterizo común y propio de los
intermediarios, de quienes intentan trasladar significados, promueven o luchan
por políticas mejores y articulan diversos actores. En muchos momentos, la
crítica a los Estados, a los gobiernos, a las autoridades, resultaba cansadora,
una espera encontrar planteamientos que nos den luces y nos abran caminos, pero
claro, no ha sido objetivo del curso, el resolver estos temas y más bien, esta
propuesta académica nos ha recordado que las ideas innovadoras, que las
estrategias y vías alternativas, las presentan quienes en verdad apuestan en
sus proyectos rurales, los campesinos e indígenas.
De ninguna forma, las
opciones de ‘verdadero’, ‘falso’ o ‘ninguno’ pueden reemplazar el aprendizaje
de una interpelación personal,
Me temía mucho, por
cuestiones de tiempo, que nos planteen como trabajo final elaborar un ensayo
académico binacional. No he sentido tanto alivio al ver que el trabajo final
era no sólo buscar imágenes, sino también, mirar la soberanía alimentaria como
espejo personal. Esta reflexividad que suelo promover en el ámbito de la
investigación sociocultural, me ha interpelado en un ámbito que en cuanto a
desarrollo, debo reconocer que he vivido de forma muy pragmática. Me ha costado
mucho hacerme el video y explicar una experiencia. De ninguna forma, las
opciones de ‘verdadero’, ‘falso’ o ‘ninguno’ pueden reemplazar el aprendizaje
de una interpelación personal, este curso sí lo ha logrado.
Encontrar una narrativa
personal sobre la soberanía alimentaria, trasladar el horizonte político al
proyecto personal es un desafío mucho más grande que el conocer regímenes
agrarios, ámbitos, dinámicas y mecanismos de la política alimentaria; éstos
están sistematizados y compilados, en las lecturas de las unidades de este
curso y otros compilados, lo que queda en el contexto actual, en el ámbito
personal desencajado de uno y otro paradigma político, es interpelarse a uno
mismo, recaer y repensar la enunciación propia, para acompañar y promover de
mejor forma las aspiraciones y experiencias de soberanía alimentaria en
nuestros territorios.
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Fuente: IPDRS: http://www.sudamericarural.org/index.php/component/opinion_articles/artculodeopinin/973
Fuente: IPDRS: http://www.sudamericarural.org/index.php/component/opinion_articles/artculodeopinin/973
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