Decenio de las Naciones Unidas para la Agricultura Familiar
Deolinda Carrizo y Rodolfo Greco
L a humanidad, durante miles de
años ha sido capaz de adaptar y domesticar semillas que han ido dando origen al
arte del ser agricultor y agricultora. Pueblos enteros se han especializado en
dicho arte para alimentar a sus habitantes y con el tiempo se han ido
expandiendo tanto las semillas como el conocimiento para hacerlas más
productivas. Y junto a ese noble trabajo, también se han domesticado animales
para labrar la tierra; así las técnicas para la agricultura han sido
desarrolladas, mejoradas y adaptadas a cada lugar. Todo esto se ha realizado en
armonía con la naturaleza, teniendo en cuenta la orientación con el sol y la
luna para la siembra, y también en complementariedad con seres vivos, como por
ejemplo las abejas, un ser que era y es algo esencial para la polinización.
Así, los distintos pueblos celebraban el amor por la vida, agradeciendo a
dioses y diosas por las buenas cosechas.
En la actualidad la relación con
la vida se transforma, ya no hay mística, ahora todo es económico.
En los últimos 30 años, el avance
tecnológico ha significado una cierta ventaja para la humanidad, porque se
trata de mejorar y facilitar la producción agrícola; sin embargo, las nuevas
tecnologías están en mano de grandes empresas transnacionales que han acumulado
y concentrado la cadena de producción y distribución de alimentos en el mundo:
una monopolización que se defiende bajo la publicidad de combatir el hambre en
el mundo. Una gran mentira, aunque los medios masivos de comunicación no lo
muestren, el hambre ha aumentado.
Las corporaciones del
agronegocio, en nombre del productivismo, han destruido millares de hectáreas
de bosques, montes, montañas; han desplazado familias campesinas indígenas
enteras, han desviado ríos, para así imponer sus monocultivos de organismos
genéticamente modificados (OGM) a base de agrotóxicos.
Las abejas, las personas,
animales, plantas se envenenan con los agrotóxicos que riegan a los árboles, a la
soja, maíz, plantaciones de banana, etc.
Estas empresas, con su poder
económico, no solo publicitaban sus falsas soluciones, sino que también han
dominado espacios nacionales e internacionales para incidir en las decisiones
de organismos multilaterales a favor de ellas mismas, invisibilizando y
despreciando las formas de agricultura familiar, campesina, indígena.
Ha sido una gran batalla y
victoria para nuestras organizaciones campesinas poder tener voz en ámbitos
internacionales donde se toman decisiones que afectan nuestro día a día en los
territorios de vida y producción.
La Coordinadora Latinoamericana
de Organizaciones del Campo - Vía Campesina CLOC - LVC), es un movimiento
continental de coordinación y lucha de mujeres y hombres del campo, en defensa
de los derechos humanos, económicos, culturales, sociales y políticos, de los
pueblos en la defensa de la producción y vida campesina y la propiedad social y
comunitaria de la tierra y los bienes naturales; así priorizamos la defensa de
la agricultura campesina y el carácter estratégico de la lucha por la soberanía
alimentaria, la reforma agraria integral, la igualdad de género, el cuidado de
la madre tierra, la defensa de los bienes naturales, las semillas como
patrimonio de los pueblos, la agroecología y biodiversidad, donde la
agricultura sea con campesinas y campesinos en el campo. Con esos principios en
alto, es que trabajamos articuladamente con otras organizaciones aliadas para
llevar otra campaña, la nuestra, a ámbitos internaciones como ante la Organización
de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, ONUAA, o más
conocida como FAO, organismo especializado de la ONU que dirige las actividades
internacionales encaminadas a erradicar el hambre.
Inicia el decenio
Luego de transcurrir el Año
Internacional de la Agricultura Familiar, campesina indígena, en el 2014, donde
se ha pretendido visibilizar el importante papel socioeconómico, ambiental,
cultural en la lucha por la erradicación del hambre y la pobreza, la FAO
anuncia nuevas acciones.
El 20 de diciembre de 2017, la
Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó un proyecto mediante el cual
dicha Asamblea proclamó 2019-2028 como el Decenio de las Naciones Unidas para
la Agricultura Familiar, e hizo un llamamiento a la FAO y al Fondo
Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA) para liderar la implementación
de la iniciativa. El año 2019 marca el comienzo del Decenio de la Agricultura
Familiar, que pretende atraer mayor atención sobre las personas que producen
más del 80 por ciento de los alimentos del planeta, pero que ellas mismas,
paradójicamente, son a menudo las más vulnerables frente al hambre.
Como CLOC - Vía Campesina,
consideramos que el decenio de la agricultura familiar se constituye como una
valiosa oportunidad para poder discutir políticas para el campesinado a nivel
internacional, conjuntamente con la declaración de Derechos Campesinos.
Contamos con dos herramientas a nivel internacional que tienen el potencial
para fortalecer a las y los campesinos.
El documento del decenio de la
Agricultura Familiar de las Naciones Unidas fue construido junto con otras
organizaciones a nivel internacional, la FAO, el FIDA y los gobiernos que
apoyan esta iniciativa, y consideramos desde el campesinado que tiene varios
puntos importantes.
Dentro de estos puntos
importantes está la valoración a la producción campesina y familiar,
entendiendo que ésta produce el 80 por ciento del alimento mundial. Está a la
vista que los sistemas alimentarios de las multinacionales del agronegocio han
dejado un sinnúmero de problemas en muchos aspectos: contaminación con
agrotóxicos, pérdida de la biodiversidad, desertificación, degradación,
acaparamiento de tierras; y todo esto ha conducido a un aumento significativo
del hambre y la malnutrición a nivel internacional y del cambio climático.
Es por esto que se reconoce a
nivel internacional a la agricultura familiar por su gran capacidad de revertir
esta tendencia, de producir alimentos sanos, agroecológicamente y con
biodiversidad. Citando al director general de la FAO: “La agricultura familiar es fundamental para el desarrollo sostenible
en muchos aspectos, incluyendo la erradicación de la pobreza, el hambre y todas
las formas de malnutrición, además de la preservación de los recursos naturales
y de la biodiversidad”, afirmó Graziano da Silva en la reunión ministerial
sobre agricultura familiar de la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa
(CPLP).
Los puntos esenciales de las
políticas públicas “diferenciadas,
efectivas e intersectoriales”, señaló Graziano da Silva, incluyen
garantizar el acceso de los agricultores familiares a los recursos naturales y
a los medios de producción, en particular la tierra y el agua, y la promoción
de mercados más inclusivos a través de instrumentos de compras públicas de productos
de la agricultura familiar. Destacó, además, que los países deben fortalecer
los instrumentos de protección social y ofrecer incentivos públicos a las
iniciativas de adaptación al cambio climático como, por ejemplo, las prácticas
relacionadas con la agroecología. También destacó la importancia de promover la
independencia económica de las mujeres rurales y la inclusión de los jóvenes.
Señaló, asimismo, que es fundamental trabajar en la construcción de marcos
legislativos e institucionales para consolidar la seguridad alimentaria y
nutricional.
El documento de plan de acción
del Decenio de la Agricultura Familiar contiene puntos de suma importancia para
el campesinado. Los pilares trasversales del mencionado documento son: apoyar a
la juventud y garantizar la sostenibilidad generacional de la agricultura
familiar (Pilar 1 transversal); fomentar la equidad de género en la agricultura
familiar y el papel de liderazgo de las mujeres rurales (Pilar 2 transversal).
Nuevas relaciones sociales de producción y alimentación
Estamos en un momento en el
mundo, en el que se juega entre las grandes empresas agropecuarias, las grandes
economías del agro que quieren exclusivamente incidir en las políticas
internacionales, para seguir beneficiándose económicamente y mercantilizar el
alimento, acaparando las tierras y los bienes naturales; y, por otro lado, las
organizaciones campesinas, de la pesca artesanal, indígenas, pastores, que
creemos en la soberanía alimentaria de los pueblos, que generamos alimentos
sanos y nutritivos, que generamos la mayor cantidad de trabajo en el campo y
respetamos los ciclos de la madre tierra en nuestra producción.
En este contexto, y entendiendo
que la década también discutirá con el sector privado y los productores del
agro negocio y gobiernos, es nuestro desafío como CLOC – LVC generar las
mejores condiciones para que puedan tener lugar las discusiones y que se
enfaticen las políticas de soberanía alimentaria, agroecología y reforma
agraria popular.
Desde la CLOC - LVC, mucho hemos
podido construir en estos 25 años de organización continental. No solo
desarrollamos y promovimos la lucha contra las transnacionales y el modelo
hidro-agro-minero exportador y de la agricultura industrial que atenta contra
los derechos y la vida de las campesinas y campesinos, sino que hemos
construido, formulado alternativas concretas en los territorios para fortalecer
nuestro modelo de producción campesina indígena.
Las universidades campesinas, los
institutos y escuelas de agroecología, las cátedras y otras instancias
populares que han permitido fortalecer la formación política, deben seguir
multiplicándose y expandiéndose en el campo y en la ciudad.
El decenio es una oportunidad
para seguir profundizando nuestro trabajo colectivo, para incidir en la construcción
de nuevas relaciones sociales de producción y alimentación desde la perspectiva
campesina indígena, y nuevas relaciones sociales entre hombres y mujeres del
campo y la ciudad. Porque es necesario superar este modelo económico, político,
social y cultural –que tiene sus antecedentes históricos en el colonialismo en
América Latina, entrelazada con el patriarcado, el racismo y la
discriminación–, rumbo a la construcción de una nueva sociedad.
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