Un año atrás, en su
Mensaje a la Nación, el presidente Ollanta Humala corroboró lo que hasta el
momento eran solo conjeturas para muchos: su poca destreza para dirigir el
rumbo del país en situaciones que se vislumbraban complicadas. Como nunca,
evidenció sus resistencias a la autocrítica y poca capacidad para leer
atentamente el malestar que manifestaba la calle, aun cuando entonces no se
expresaba nítidamente ese descontento en las cifras que arrojaban las continuas
encuestas de opinión.
Para el caso,
puntualicemos solamente dos aspectos, que con el transcurso de los meses
devinieron en cruciales, en los que el presidente Humala no estuvo atento: los
indicios que sugerían una muy probable desaceleración en el crecimiento y la
cada vez mayor exigencia en la seguridad ciudadana.
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