En las últimas décadas
América Latina ha experimentado, a diferentes velocidades y con rasgos
heterogéneos según los países, significativos progresos en su desarrollo
económico y social, como se observa en el sostenido crecimiento económico, en
la reducción de la pobreza y en logros importantes en diversos indicadores
sociales. Sin embargo, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe
(CEPAL) ha enfatizado que estos avances están encontrando límites, ya sea para sostenerse
o expandirse, y que la región debe enfrentar los desafíos que representan el
cierre de las brechas originadas por la heterogeneidad estructural, la
vulnerabilidad externa y la persistencia de altos niveles de desigualdad. Los
pueblos indígenas integran precisamente los colectivos más desfavorecidos, como
resultado de complejos procesos sociales e históricos que se iniciaron hace más
de 500 años, y que fueron estableciendo prácticas discriminatorias persistentes
hasta el presente e implicaron un despojo sistemático de sus territorios, con graves
consecuencias para su bienestar.
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